La actividad física en los
niños
Ventajas del movimiento y ejercicio en el desarrollo
del niño
Correr, saltar, trepar... ¡moverse! El movimiento permite a
los niños sentirse bien, liberarse de sus tensiones y expresar sus emociones.
Las actividades físicas representan una ayuda muy importante para los
aprendizajes intelectuales. Los padres deben fomentar la actividad de los
niños, como el deporte
o jugar al aire libre, lo que les permite aprender a controlar sus emociones y
fomentan valores importantes para su crecimiento.
La necesidad de moverse de los
niños
Entre los 3 y 6 años, un niño tiene muchas dificultades para
controlar sus emociones, para darles un sentido y, sobre todo, para frenar sus
impulsos. Por eso, utiliza el cuerpo para manifestar lo que siente en su
interior. Cuando él está contento, por ejemplo, salta literalmente de alegría.
Al crecer, el niño irá interiorizando sus emociones, y cada
vez utilizará menos el cuerpo para expresarlas. A medida que incorpora palabras
e imágenes sobre lo que le ocurre, es decir, a medida que lo intelectualiza,
que lo racionaliza, necesita menos recursos de expresión corporal. El
movimiento cederá progresivamente más espacio al pensamiento.
La actividad física libera
tensiones
Sí por supuesto. Se puede decir que la actividad física y los
ejercicios corporales que los niños hacen en el colegio o en
casa se parecen a la relajación. Se suele asociar la relajación con la calma,
con el recogimiento interior. En los niños no es necesariamente así: el
movimiento les aporta distensión muscular y la sana fatiga, ambas relajantes y
liberadoras de tensiones.
Los niños se expresan con su
cuerpo
De hecho es una necesidad. Un niño pequeño al que se prohíbe
demasiado pronto moverse, al que se obliga antes de lo conveniente a permanecer
quieto, sufre. Su pensamiento se marchitará, en vez de desarrollarse abierto al
mundo con una actitud de curiosidad.
Cuando, en un estado de tensión física, un niño piensa, sus pensamientos
tienden a ser negativos y pueden rozar la violencia.
Antes de los 6 años es importante que pueda correr, trepar,
saltar, jugar con la tierra, lanzar una pelota... Esto requiere, obviamente,
que sus padres le proporcionen la posibilidad de estar al aire libre, y también
que le dejen tomar iniciativas e incluso correr pequeños riesgos eventuales sin
atarlo en exceso.
Hay estudios que demuestran
que, cada vez que un niño elabora una estrategia para esquivar un riesgo,
desarrolla los lóbulos frontales del cerebro, vinculados con los
descubrimientos y los inventos. Y si los padres participan en sus juegos
físicos, mucho mejor: el niño comprenderá que un partido de fútbol no sólo
sirve para relajarse y entretenerse, sino también para pasar juntos un rato
estupendo.